DEL PROTESTANTISMO Y DE LA IGLESIA CATÓLICA. CATECISMOS
Cuando el editor español de la obra –que frente a la famosa de Balmes (1840), tiene el mérito de ser pedagójica, incluso por concebida al modo catequético de preguntas y respuestas– alerta en 1859 sobre la inoculación de las herejías protestantes en España, profesó aún como imposible el que pudiese llegar a existir legislación inicua que permitiese el culto y profesión públicos de las innumerables sectas protestantes, o de cualquier otra secta acatólica:
Creo que todavía la fe católica de nuestra patria tiene raíces demasiado hondas, para que nuestro pueblo pudiera ver con indiferencia que la herejía levantara templos junto a los templos del Dios de nuestros padres. Gracias a la divina misericordia, no nos ha traido todavía tan vergonzosa calamidad el infernal espíritu de la bárbara doctrina que enseña ser igualmente aceptos a Dios todos los cultos, e igualmente verdaderas y divinas todas las religiones. Sólo se ve que en la atmósfera hay un veneno que mata…, el inmenso cúmulo de funestas preocupaciones introducidas… por una Filosofía vana y por una falsa Historia.
A pesar de este error de pronóstico, aún hoy hemos de proponer como arma segura la presente obra del P. Perrone, que recibido en la Compañía de Jesús un año después de su pública restitución (1814) fue uno de los más ilustres teólogos de su tiempo (Praelectiones teologicae; El protestantismo y la regla de la fe, etc.), y que junto a Dom Guéranger influyo decisivamente en que el Papa Pío IX proclamara como dogma la Inmaculada Concepción.