GLORIAS Y TRIUNFOS DE LA IGLESIA DE ESPAÑA

Reconstruir ante el ojo interior -al modo de una peculiar Historia Sagrada de España (hasta el siglo XVII)- el testimonio de sus mártires y santos, es cosa obligada para cualquier católico que desee valorar en su justa índole la epopeya española al servicio de la Fe.

Aún más es así para los hijos postreros de esa gran nación que -sin pretenderlo- desprecian sus raíces más necesarias al desconocer a sus santos compatricios, existencias privilegiadas que tan sublimes ejemplos han legado a la historia, y enriquecido a su patria con servicios tan inmensos.

Con la obra en mano, la única conocida dedicada en exclusiva a los héroes patrios de la fe, es difícil no participar del místico entusiasmo del autor, pero no menos de su amargura, potenciada por mil el día de hoy:

“¡Oh! Cuando con un espíritu verda­deramente religioso hojeamos los fastos de nuestra historia, imposible nos es resistir el sagrado en­tusiasmo que hierve en nuestros pechos; y ar­rastrados de un placer a cuyo impulso no nos es dado hacer frente, no podemos menos que exclamar: ¡Oh, España, por­ción predilecta del Dios del Calvario! ¡Cuán grandes son tus glorias! ¡Cuán admirables los triunfos que has reportado a la Iglesia católica! Con ninguna otra nación se ha mostrado el Señor tan pródigo y magnífico. Gloriosa dicta sunt de te... Non fecit taliter omni nationi. … Pero en medio de estas expansiones, un pensamiento triste nos amarga, al ver que la infatigable actividad de la prensa no cesa de celebrar en diarias producciones las glorias de los héroes del mundo.”