

El mundo antiguo caía deshecho por su pro¬pia corrupción. Ayer como hoy, ¡nil novum sub sole! Ante semejante espectáculo, la fuga era un grito heroico de amor a Cristo. La vida monástica reemplazaba al martirio, era el nuevo género de heroicidad, la aceptación magnánima del combate contra el demonio, el mundo y la carne. Alimentado en la mortificación, el monje se lanzaba a esta victoria pres...