Fray Juan T. GONZÁLEZ DE ARINTERO O.P.
Como el maravilloso orden de la naturaleza reclama imperiosamente la existencia de un plan, y éste la de una inteligencia que lo conciba y presida á su realización, no faltan quienes reconozcan todo eso pero quieren que esa Inteligencia sea inmanente y no transcendente. Otros, por fin, aunque no se atrevan á negar la Inteligencia transcendente, vienen á reducirla al papel de un simple Arquitecto, muy sabio y muy poderoso, pero no Creador ni Omnipotente. En suma: á estos sabios á la moda, cualquier cosa les puede servir de dios, exceptuando al Dios vivo y verdadero. Veamos, empero, cómo se derrumban y desvanecen esos ídolos «científicos», empezando por el dios Azar.