MASONISMO Y CATOLICISMO

El insigne P. Sardá cumplió con el deseo de León XIII de “arrancar la máscara de que se cubre la francmasonería, y hacerla ver tal cual es”. La Encíclica Humanum Genus (1884) iba más allá de los anatemas lanzados por sus precedesores demostrando su voluntad de “arruinar la Iglesia”, o sea, lo que es en el plano teológico-místico: el brazo ejecutor de la enemistad declarada entre el Reino de Dios y el reino de Satanás. No un desquiciado cualquiera sino el mismo Vicario de Cristo es quien denuncia el complot judeo-masónico: “Señor, tus enemigos han tramado contra tu pueblo un complot lleno de malicia, y están decididos de perder a tus santos. Sí, han dicho: echémoslos del seno de las naciones”.

Comenta Sardá: “No es tal documento de los que pueden ser ahogados por la secta o con la confusión de los dicterios o con la conspiración del silencio. No, esta voz soberana se impuso a todos los acontecimientos, porque ella aún hoy sobrepuja todos los clamores de la prensa y del club. Realmente a mucho se expuso el Papa con ese sonoro bofetón aplicado a las mejillas de todos los democráticos o aristocráticos revolucionarios”. Más nefando aun que la organización masónica es el masonismo de los católicos.